miércoles, 20 de febrero de 2008

Mala y atormentada

El dia se me está haciendo pesado y largo... La ida al trabajo ha sido la peor de toda mi vida: he tenido que esperar 3 ascensores para coger el que me llevaba a la superfície al salir de los ffcc. Y mientras, la sala de espera llena de gente apretando, empujando, oliendo mal (como yo lo estaré el jueves), sufriendo, los cargos intermedios de mi empresa por ahí mirando de reojo, toda la masa de personas haciendo lo mismo, pensando en el dinero suficiente para vete a saber qué. ¿Qué puede merecer tanto la pena como para motivar a eso? ¿Y qué hago yo en medio, como un cuerpo apretador y apretado más? Llevo ya 7 días trabajando y me quedan 2 más... DINERO

Y mientras, intenta repasar aquellos maravillosos cursos de citología e histología en que sacaste un excelente en el año 2001, organízate para encontrar algún niño que te cambie el horario que necesitas porque le apetezca ver su serie preferida cuándo tú tienes las únicas horas libres de la semana (porque como no encuentres a alguien vas a perder los 200 € de alguna asignatura que ya el cuarto día de clase estás condenada a suspender por no poder asistir a prácticas), valora las opciones del nuevo programa de telefonía que te permite ahorrar, coge el teléfono, que lleva ya tres tonos, calidad del producto que se oferta ante todo; peléate con la administración para conseguir un informe de vida laboral para poder solicitar una ayuda pecuniaria a la vivienda que se reducirá a la mitad de lo pactado por compartir gastos y titularidad del contrato; pide visita al medico para que mire las migrañas y, según la agenda, el viernes llama al abogado para renovar la inscripcion de embargo para conseguir recuperar esa herencia que te quitaron para darte tu merecido por ser una mala mujer. Para arrastrarte a mendigar hasta arrepentirte de no prepararle la cena a tu padre ni plancharle las camisas, o de no cuidar a tu abuelo, puta, más que puta.

Y luego, muestra satisfacción y gratitud. Porque no estás mendigando ni prostituyéndote, sinó apretujada en el tren a hora punta, y porque tu trabajo te permite tomarte tanto tiempo que puedes escribir un mail de 300 palabras y repasar a intérvalos y medio escondida esas asignaturas maravillosas. Porque tienes contrato de alquiler por fin, con el que solicitar ayudas. Porque naciste con cara bonita y voz agradable, que junto con modales inteligentes y un régimen alimentario correcto te abren puertas al maravilloso mundo del deseo carnal y del amor entremezclados a veces desenfrenado, a veces reprimido. Porque tu cerebro llega a darse cuenta que tienes suficiente comida, más que en áfrica, para administrarla en forma de régimen conservador de la figura corporal. Y gracias por tener ropa para poder lucir la forma física en la sala de espera de los ascensores, apretujada, arrugada la tela. Gracias por no tener que planchar esa ropa.

Y al terminar el día, antes de dormir, llámala. La Família tiene que saber de ti. Llama a esa mujer, resucitada después de perder un riñón porque nadie tuvo tiempo de llevarla al hospital cuando la infección de orina. Piel arrugada, ojos cansados, en ese centro de reposo con gente de su edad. Cuidada por las monjas que vigilan su orina, en un centro social en que recupera el tiempo perdido en salas de espera mientras su piel era tersa.

Es entonces cuando escucho por fin las palabras mágicas. "Yo te comprendo" ¿Perdón? "Que yo te comprendo hija, no me tienes que decir nada" ¿Dónde están los árboles que me prometiste, yaya? ¿Y nuestra música gitana? ¿Cómo puedes comprender todas estas cosas que no existían cuando pertenecías a este sistema? Tengo ganas de llorar. Lloro con rabia en mi cama. Lloro hasta que me caigo de sueño en mi trocito de colchón. Y duermo agotada, como un bebé. Bebé que no tendré porque no quiero que sea apretado ni que venga otro más a apretar. Mala mujer.

1 comentario:

Don Peperomio dijo...

tus favoritos son mis favoritos...
es bueno encontrarte.