sábado, 29 de mayo de 2010

Superdotada y superpotada


Con las gafas puestas, pose atenta, acostumbrada a la concentración máxima de una manera natural. Seguir las ideas a la velocidad que son pronunciadas por los catedráticos y pillar los conocimientos al vuelo, sin necesidad de esquemas. Ese es su deporte preferido. Todo se dibuja en la cabeza de repente, conectando con todos los recuerdos sobre la materia y en general. Una gran red en una sola imagen. Todos los que están al lado de la superdotada notan cuan intensa es la energía de sus rápidos pensamientos y se estremecen asombrados. A veces se siente un poco sola por ser tan distinta. Y el profesor al notarlo se deleita explicando solo para ella. Incluso al terminar las clases le habla de su hijo, que también está en su departamento y que tiene todo lo bueno de él, sin sus defectos frikis. Que se conozcan y se hablen, y remate la faena que él mismo no puede llevar a cabo por motivos... ¿morales o fisiológicos?

Con las gafas puestas, secándome las lágrimas, acostumbrada a desahogarme escribiendo de una manera natural. Desenroscar los recuerdos de entre las duras resacas que me vienen entrando últimamente por salir con tanto tarambana, viene siendo un ejercicio habitual. Como si probar todas las variedades de cerveza posibles en una noche fuera un bello deporte de riesgo. Parece que un acopio de niños menores de tres años hayan hecho garabatos en mi córtex cerebral y esos sean los apuntes para repasar. Los que están a mi lado llegan a mirarme por encima del hombro, por indisciplinada, con miedo a que se les pegue. Pero los colegas de verdad estarán siempre ahí, sin duda. Y los profesores al verme morena de tanto tomar el sol y atlética de tanto bailar piensan que les gustaría aprobarme en la revisión de notas, en su despacho, torturándome con la duda hasta hacerme llorar de nuevo.

Es curioso comparar como me siento tan defraudada conmigo misma ante un examen inminente y como me sobrevalora la que soy yo al ver la nota después, sin nervios. Tanto que si pudiéramos cuantificar las emociones, en un análisis ANOVA me daría un p-valor inferior al 0,01%, o lo que es lo mismo: trastorno bipolar significativo. O tripolar si tenemos en cuenta que no llevo gafas. Odio tener exámenes finales y que no se termine la carrera tan rápido como alguna desaprensiva que fui yo misma ha llegado a soñar mientras hacía planes para dirigir y organizar mi vida... Inspirar ... Expirar ...