Es un círculo vicioso: porque me escribes porque no te escribo, y te escribo cuando no escribes. Y escribo cuando pierdo la cuenta de a quién le toca. Así eternamente cazando con letras. Buscando las letras del nombre de una família de animales exóticos, invertebrados acelomados, con forma de corazón que hacen la fotosíntesis en la epidermis y que tienen cámaras internas donde guardan sus óvulos por fecundar. Cazarlos todo el día, escondidos entre las plantas más bonitas, rastreando las huellas más translúcidas, oteando los horizontes más infinitos, sintiendo nuestra propia posición humilde ante lo que es más fuerte que nosotros.
Hay dos opciones: o disfruto del camino y la búsqueda, o me agoto y desisto quemando toda ilusión: "Ese bichito mágico no existe, Ayla, entérate".
Me gustaría montar una expedición en condiciones, con un grupo de gente preparada, con reservas de víveres y agua suficientes. Mapas. Estudios sobre el comportamiento de este animal-vegetal. También es necesario el descanso.... Y lo más importante: ser tan tan tan ingenua que ante toda evidencia de extinción, la búsqueda debe continuar.
Porque ese bichito está dentro mío y si dejo de buscarlo me pierdo a mí misma.
Y cómo no sé muy bien a quién le tocaba escribir ahora, mejor no leas nada de esto, porque es una parte de mí que aún no ha cazado nadie y quiero que eso sea una línea constante para acabar con este círculo vicioso.
3 comentarios:
Ops.
Su camello está cortando mal la cosa, amiga Ayla.
Bueno: buen fin de semana y cuídeseme.
Cortarme (lo que sea) es algo difícil por varios motivos. Aún y así, dejaré de imitar a Lope de Vega y escribiré de día en mi máximo potencial de lucidez (que tampoco deslumbra demasiado, para qué negarlo), más que nada para no preocupar.
Buen fin de semana para usted también.
Tampoco pasa nada si tiene Usted el día Gongorino... déle, déle, no se corte, que está Usted en su blog.
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