domingo, 31 de mayo de 2009

Estomas

Un soplido frío, sin ropa, en contacto directo con todo el ambiente que me rodea. Sí, hace frío. Los grillos se callan de golpe y el marco estrellado empieza a romper su impenetrable negrura tenuemente. Un silencio sepulcral: los animales de la noche se van a dormir, los de la mañana no han despertado, no hay vida animal. Es el momento de las plantas, entre tanto silencio se las oye abrir los estomas para cambiar su respiración. Y viene. En la orilla más extrema del horizonte empieza a cambiar el azul hacia lo anaranjado. Viene el sol rojo, naciendo delante de ese palco expectante.

Sí, sí, estoy en medio de todo eso sin ropa, helada, justo en el borde de un abismo cualquiera de un país desconocido. La verdad es que no se pasa exactamente bien, es incómodo en muchos aspectos. Pero por otro lado es un momento especial que merece la pena sentir. Enseguida con la luz se levantan otros animales, y se ven los puentes que están justo al lado y llenos de gente que cruza. Van y vienen sobre el abismo como si nunca hubiera sido de noche, sin saber lo que es un amanecer, sin plantearse lo alto que está eso, sin darse cuenta. Y la reflexión sobre mi propio crecimiento personal,... y más cosas sobre autoayuda y de los cuentos de Jorge Bucay que quieren ser tan útiles para sonreír sin motivos materiales.

Pero yo personalmente, me quedo con el ruidito de los estomas. Único. Con una buena mantita mañana vuelvo y todo.

2 comentarios:

Microalgo dijo...

¿Y a mí, que los manuales de autoayuda me tocan mucho las narices?

No sé, lo mismo son prejuicios.

En fin.

Abríguese, mi Dama, que hasta el cuarenta de Mayo...

Ayla dijo...

Esque la autoayuda manual tampoco es lo mejor del mundo existiendo cosas mejores, como bien sabrá, querido micro.

Y sí, lo mejor es abrigarse un poco más. Pero a veces uno se encuentra en unas situaciones inverosímiles que se asemejan a estar completamente en cueros ante algo. Para qué seguir.

Un saludete!!