martes, 29 de julio de 2008

Bichos

Mi estrategia anti-picadas de este verano ha sido ignorarlas lo máximo posible. Pica, sí, pero un ejercicio de auto control profundo me lleva a un paisaje tranquilo, con un manantial idílico rodeado de vegetación. La luz entra de canto reflejando en todas las superficies como un atardecer blanco e ilumina mi interior. Me lleva a ese manantial y está realmente fresquito, con el sonido del agua repiqueteando. Ya no hay picor angustioso, ya no hay calor, ya no hay bichos. Solo agua sobre piedras blancas.
Pero hoy no me ha dado la gana de auto controlarme. ¿Porqué? ¿Para quién? Para mí, obviamente. Pero, ¿Porqué tengo que perderme esa sensación de saciedad al rascarme en la pierna, o en el brazo, o en la espalda? Qué alivio rascarme. Ahora paso el tejano rápido por encima, otro tipo de placer. Ahora paso la mano, ahora me deleito en el picor creciente... Vicio oscuro, mi subconsciente ha creado movimientos autónomos, no responde a mi voluntad y me está dominando.
Así toda la mañana hasta que me ha crecido un alien en el gemelo. Creo que su intención es devorarme. Si no puede comerme por fuera, al menos va a querer comerme el ánimo. Insistente en que le haga caso, llamándome, ordenándome imperiosamente que lo toque, que lo rasque como si fuese mi gatita. Quiere ser mi mascota preferida, quizás que lo adopte como a mi hijo. ¿Pero no ves que voy a reventar la pierna? Bien!! Jornada gore en la oficina.
Igualmente, me pregunto qué pensará este ente de las piedras blancas. Si podremos hacernos amigos e intentar olvidar nuestras diferencias en un viaje conciliador hacia ese agüita fresca que nace de la luz. Creo que le gustaría mucho.

No hay comentarios: